Cefalù, una pequeña y pintoresca localidad costera en la costa tirrénica de Sicilia, fue una ciudad preferida por los reyes normandos. El rey al que se dedica Corso Ruggero era normando, y a lo largo de esta calle se encuentran edificios de diferentes épocas con balcones de hierro o fundición, mientras que callejones formados por escaleras suben hacia la Rocca y calles rectas bajan hacia el mar. El ícono de la ciudad es normando: la catedral, un cofre de mosaicos dorados extraordinarios. El Museo Mandralisca alberga el famoso “Retrato de un desconocido”, una obra de 1465 de Antonello da Messina. En lo alto, en la Rocca, se encuentra el Templo de Diana, un monumento megalítico al que los griegos y bizantinos contribuyeron con su trabajo de restauración. Finalmente, la característica playa está bañada por aguas cristalinas.